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Desfiles

LOS DESFILES DEL CARNAVAL

En 1898 una “Junta Patriótica” organizó el primer desfile de carnaval, que fue anunciada como una “procesión de carruajes y bicicletas adornadas” para erradicar el inmoral juego de la harina e imponer el casto y recatado confetti. Así, como procesión -casi religiosa-, nació la tradición del desfile de alegorías y comparsas, en oposición a la indecente turba de los “máscaras” harineros del “muey y del abasto”. El recorrido se inició desde la calle del Camichín (hoy Dr. Carvajal), continúo por la de Constitución hasta la Plazuela Machado, en cuyo quiosco se instaló la mesa directiva que entregaron los premios del concurso.

Durante los primeros años del siglo XX las bicicletas, los carruajes, las carretas adornadas formaron las procesiones que acompañaron el arribo de los monarcas carnavaleros. Los que pueden anunciarse cooperan con el desfile patrocinando el arreglo de las alegorías, familias y barrios se organizan para competir por los premios a los mejores carros adornados. La carroza real era encargada directamente por el comité a un artista local; en muchas ocasiones esta designación se consiguió mediante un concurso de diseños que junto con el presupuesto debía entregarse al comité meses previos al carnaval.

La competencia forzó siempre a la imaginación y cada vez fue más compleja la labor de la construcción de las alegorías. Con la introducción de los vehículos motorizados que ocuparon el lugar de los de tracción animal o humana, se renovó la imagen de los desfiles. A los autos adornados siguieron los camiones ocultos por complicados armazones que servían de para la realización de obras artesanales de sobria belleza. Se modificaron los estilos, se introdujeron técnicas que hicieron más compleja la obra y más espectacular el resultado, como en los carros con figuras en movimiento. También fueron cambiando paulatinamente las dimensiones de los carros hasta volver casi imposible su tránsito por las angostas calles del centro de la ciudad, amén de las dificultades que presentaban los alambres de luz eléctrica y teléfono dada la altura que fueron tomando las figuras y los adornos. Muchos carnavales hubo en que además de la fabricación del carro, había que elaborar los respectivos ganchos para facilitar el tráfico entre los obstáculos del “cablerío”.

En los años cincuenta el desfile carnavalero cobró nuevos aires. Una de las bases para su renacimiento fue la creación de un “Taller de construcciones alegóricas” que operó en la antigua casa Redo (hoy salón social del Club Deportivo Muralla), donde se elaboraron alrededor de veinte carros alegóricos. Montadas sobre plataformas de grandes camiones, las alegorías se van haciendo cada vez más complejas y espectaculares. Se introducen nuevas técnicas y se confeccionan carros con figuras en movimiento.

Una nueva ruta del desfile carnavalero se inauguró en 1956. El entonces recién instalado pavimento de Olas Altas y el Paseo Claussen fue estrenado el domingo de carnaval. En un alarde técnico impresionante, ya en el circuito del Paseo Claussen y Olas Altas, la iluminación se agregó a los carros a partir de 1962, cuando se celebró el primero de los llamados desfiles nocturnos.

El pueblo mazatleco reconoce en el desfile de carnaval uno de los momentos centrales del festejo, acto fundamental en el que se resume la totalidad de los elementos que componen la fiesta. Desde sus orígenes son programados dos desfiles, uno el domingo y otro el martes de carnaval –para despedir el festejo. La magnifica parada compuesta de vistosos carros alegóricos, soberbias carrozas reales y comparsas de ambiente, recorre buena parte del paseo costero, con una asistencia calculada en varios cientos de miles de espectadores. En él participan las cortes reales, embajadoras de diversas partes del país y del extranjero, invitados especiales como deportistas, animadores de televisión y diversas personalidades de la farándula; además, por supuesto, de cientos de mazatlecos de todas las edades y condiciones sociales.

Carnaval Mazatlán 2025